domingo, 29 de junio de 2014

Ahora si lo podés gritar

Siete años, cinco meses y cuatro días pasaron desde aquel primer partido amistoso que jugó este equipo hasta que se pudo gritar campeón. Aquella tarde calurosa de febrero de 2007, el grupo de amigos que empezaba a jugar con la camiseta de Holanda no imaginaba que recién 14 torneos después iban a poder dar su primera vuelta. Porque pasó el tiempo desde aquel día hasta hoy, pasaron carreras, títulos, trabajos, novias, ex novias, minitas, jugadores, hinchas, amigos, camisetas, campeonatos y vos tenías ese grito de campeón atragantado. No podía salir.
Las tres veces que estuviste cerca nunca te dejaron contento. Tres finales donde acariciaste el título: La Copa de Campeones contra el Gato Towsen la sufriste porque nos pasearon. La final contra Unión Birra te fuiste con la amargura de haberlo dejado todo e igual estuviste lejos. La última contra Rescatate, cuando tenías el mejor equipo y todo a tu favor, no se nos dio y encima esos pibes nos dieron la vuelta en la cara.
Que decir de las semifinales cuando estábamos en un gran momento y te encontraste con esa tarde fría de invierno en la que Tura y Piri se rompieron. Fue la primera vez que mordiste bronca porque ese era el torneo que iba a ser. El empate que nos robó Pumitas en el último minuto también fue una trompada de knock-out.
Te bancaste el primer desarme del equipo a fines de 2007, lo rearmaste con lo que podías, poniéndole huevos a cada partido y con un equipo lleno de limitaciones llegaste a semifinales. Sin arquero, casi sin puestos y con cualquier amigo que venía a bancarte para jugar, correr y pegar patadas. Aparecieron Piri, Mauro y Diego. El equipo no se terminaba de armar, te quedaste igual aunque te tironeaban para irte a otros lados. Sólo por el grupo, por los amigos. Festejaste el ascenso por penales contra Tu Hermana. Los torneos pasaban. Amigos del Pasto te bailaba y te volvías con un odio de no querer volver más. Rompías el carnet, pero al otro sábado ibas a estar ahí, ilusionado nuevamente. Porque Teniente siempre fue como las minas, te ilusionaba, te enamorabas, te rompía el corazón y después ya arrancabas pensando en el próximo partido o campeonato ilusionado nuevamente.
Te cansaste mil veces, trajiste jugadores de cualquier lado para completar el equipo en momentos malos. Trajiste jugadores buenos en buenos momentos y tampoco se te dio. Te juntabas a entrenar para ver si funcionaba un poco mejor, pero siempre algo hubo que terminaba mal. Estabas cansado de la mala suerte. Te fuiste a fútbol 11 y nos llenamos de lesionados. Cuando parecía que se venía lo peor, todos se bajaban del barco, vos te quedaste a pelearla. Entre los que estábamos, lo seguimos. Lo seguimos porque era Teniente y no se podía terminar así. Pensabas que era injusto, que no podía ser, que no era real. Y vos lo seguiste para mantenerlo, aunque sea un equipo en formación, lleno de limitaciones. Pero vos tenías que seguir porque era Teniente, y con lo que teníamos hicimos una campaña digna. Ése fue el preámbulo de este campeonato.
En el verano la dirigencia vio como venía la mano, se movió rápido y trajo a dos jugadores ligados al corazón cuando su equipo se desarmaba. Volvió Tura, con más aire y un poco más sentimental que antes. Con la lesión de Pato no fuiste a buscar un arquero de cualquier lado. Se trajo al de antes, al mismo que vino dos años antes como un conocido, de un conocido y se había ido hacía seis meses para un futuro mejor. Pero esto es lo que pasa con este equipo. Te llama, te enamora, te gusta el grupo y siempre volvés. A esos dos que vinieron un año antes porque su equipo se desintegró, los llamaron para volver y se quedaron acá. Eso es lo grandioso que tenemos y por eso se pudo gritar el tan ansiado título. Más de una vez me decían lo importante que es mantener un buen grupo y que nosotros lo teníamos. A pesar de las diferencias, los cambios de jugadores, la esencia del equipo nunca cambió y es ese sentimiento de pertenencia que te hace jugar mejor. Dolina lo explicaba muy bien con su personaje de Manuel Mandeb, que comprendió que lo que en verdad deseaba, era jugar con sus amigos más queridos. Por eso elegía a los que estaban más cerca de su corazón, aunque no fueran tan capaces. El criterio de Mandeb parece apenas sentimental, pero es también estratégico.  Uno juega mejor con sus amigos.  Ellos serán generosos, lo ayudarán, lo comprenderán, lo alentarán y lo perdonarán.  Un equipo de hombres que se respetan y quieren es invencible.  Y si no lo es, mas vale compartir la derrota con los amigos, que la victoria con los extraños o los indeseables. Y como de derrotas estábamos repletos, ya era hora que llegara este alivio.
Este torneo no fue uno más, a mi ausencia en la pretemporada entre Piri y Pitu se hicieron cargo de todo. Se arrancó un poco flojo, regalando dos puntos. Casualmente en la fecha 2 iba a aparecer un equipo con pelotas que le daba vuelta el partido a Independientes y gracias a ese hoy somos campeones. Fecha tras fecha fuimos construyendo equipo y juego. La victoria de Guiso contra Jugados nos dejó primeros y a falta de dos fechas sólo dependíamos de nosotros mismos. Pero se venía el bravo Paso como un Toro y en un partido asperísimo sacamos chapa de campeón y lo ganamos con autoridad. La jugada y el pase gol del 3-2 la hizo aquel que se fue discutido pero es de la historia grande de Teniente. Cuando se lo necesitó, dijo presente y por eso hoy tiene una medalla. La sentencia del partido no la pude haber soñado mejor. Porque siento particularmente que en este torneo colaboré poco y algo tenía que hacer ahí. Por eso fue que hundí el pie en la tierra para definirlo y para abrazarme con todos.
Llegamos a la última siendo candidatazos. Hacía dos semanas que no pensabas en otra cosa. No te importaba el mundial, ni la línea de 5 de Sabella, ni los fondos buitre, ni el juez Griesa, ni nada. Tu cabeza estaba en ese último partido donde podías terminar con tanta mala racha.
Arrancó el partido y rápidamente estábamos 3 a 0. Ya lo sentías pero no sabía si era verdad. El cuarto gol fue ese momento como cuando te llevas a una chica por primera vez a tu cama y tenés esa posibilidad de hacer el amor. Pero vos no estás seguro de que ello vaya a pasar. El cuarto gol fue ese momento mágico, cuando la mina levanta la cadera para dejarse sacar la bombacha. Faltaba para el final pero ya estaba listo, vos ya eras campeón.
El doble hattrick de Pitu y la valla menos vencida son para la estadística. Lo que las estadísticas no van a decir es Tura trabó con la cabeza y un poquito con el corazón terminando de representar lo que fueron estos 7 años y medio de Teniente Dan. Se ganó con fútbol, huevos y corazón.
No me quiero quedar en agradecimientos a nombres propios porque la lista sería eterna. Pero este título es de todos los que fueron parte de la historia de Teniente Dan. Los jugadores que empezaron, los que pasaron y se fueron por la puerta grande, y los pocos que se fueron por la puerta de atrás. Por todos los amigos que vinieron a ver sin haber jugado un minuto, por todos los familiares, novias, ex novias que alguna vez fueron a alentar. De todos los que pegaron la calcomanía de Teniente en su auto. De todos los que veían una calcomanía en un auto desconocido y te mandaban una foto. De todo aquel que entraba al blog los lunes en el trabajo para ver como habíamos salido. Para todos los que una vez, semi muerto el blog, pedían por la vuelta y mandaban mensajes preguntando como habíamos salido en cada partido.

Porque este grupo que se bancó muchas cosas finalmente tuvo el merecido premio. Estabas cansado de escuchar en el trabajo o en la facultad a grupos de amigos que salían campeones y vos te dabas media vuelta y seguías con otra cosa para no masticar más bronca. Nunca te alcanzó con contar la historia del casi campeón tantas veces. De contar esos partidos que remontaste. Que en el partido que finalmente le ganaste a Amigos del Pasto lo mandaste al descenso. Pero ahora ya está, lo podés decir. Contale a todos que saliste campeón con tu equipo de amigos. Que ese grito de campeón vale doble.